Redes de cuidados: reflexiones sobre una respuesta comunitaria en tiempos de crisis

Las imágenes de las "colas del hambre" durante el confinamiento de 2020 se convirtieron en un símbolo de las profundas desigualdades que afectaron a las comunidades más vulnerables. Sin embargo, detrás de estas escenas de necesidad también se encontraban cientos de iniciativas ciudadanas organizadas para ofrecer ayuda mutua.

11/18/2024

La pandemia de COVID-19 no solo trajo consigo una crisis sanitaria global, sino que también evidenció y exacerbó las desigualdades socioeconómicas preexistentes en nuestras ciudades. En este contexto, surgieron las redes de cuidados vecinales, una respuesta espontánea y autogestionada que, lejos de ser solo una herramienta asistencial, plantea importantes reflexiones sobre el papel de la sociedad civil y el futuro de las políticas urbanas. En este artículo, exploraremos su origen, funcionamiento y las implicaciones que estas redes tienen para una ciudad más inclusiva y solidaria.

Un acto de resistencia en la crisis

Las imágenes de las "colas del hambre" durante el confinamiento de 2020 se convirtieron en un símbolo de las profundas desigualdades que afectaron a las comunidades más vulnerables. Sin embargo, detrás de estas escenas de necesidad también se encontraban cientos de iniciativas ciudadanas organizadas para ofrecer ayuda mutua. Las redes vecinales de cuidados, que surgieron en barrios de Madrid y otras ciudades españolas, se articularon rápidamente para atender las demandas de alimentación, acompañamiento y solidaridad.

Lejos de ser estructuras rígidas, estas redes adoptaron un enfoque horizontal y autónomo. A través de asambleas y decisiones colectivas, lograron coordinar la distribución de alimentos, el acompañamiento a personas mayores y vulnerables, y otras actividades esenciales en medio de la crisis. Esta capacidad de autoorganización nos obliga a preguntarnos: ¿por qué la sociedad civil debe asumir tareas que tradicionalmente corresponden al Estado?

¿Parche o modelo alternativo?

Un aspecto central en el análisis de estas redes es su naturaleza dual: por un lado, ofrecen soluciones inmediatas y eficaces a las necesidades urgentes, pero, por otro, plantean una crítica implícita al modelo de bienestar que ha fallado en momentos cruciales. El Estado de bienestar, que en países como España depende en gran medida del apoyo familiar y comunitario, se mostró insuficiente para afrontar una crisis de esta magnitud. Las redes de cuidados llenaron un vacío que las instituciones no supieron abordar, pero sin pretender sustituir al Estado.

En este punto, es importante evitar la romantización de estas redes. Aunque su trabajo es admirable, también refleja una peligrosa tendencia hacia la externalización de responsabilidades estatales hacia la sociedad civil, una característica del modelo neoliberal. La falta de recursos institucionales, combinada con la creciente precarización del trabajo y el aumento del coste de vida, sitúa a estas redes en una posición de desgaste, donde la solidaridad no puede sostenerse indefinidamente.

El cuidado como base de lo común

El concepto de cuidado, entendido como un conjunto de acciones que sostienen la vida, es central para estas redes. Históricamente relegado al ámbito privado y vinculado a las mujeres, el cuidado ha adquirido una dimensión política que trasciende lo individual y se enmarca en la construcción de comunidades más justas. Estas redes no solo proveen alimentos o servicios; también fomentan lazos comunitarios y revalorizan el tejido social en barrios vulnerables.

La creación de estos espacios es, en sí misma, un acto de resistencia frente a la ciudad neoliberal. En un modelo urbano que privilegia la especulación inmobiliaria y la segregación socioespacial, las redes de cuidados reivindican el derecho a la ciudad: una ciudad accesible, inclusiva y orientada al bienestar colectivo.

¿Nuevos actores políticos?

Uno de los aspectos más interesantes de las redes de cuidados es su potencial como actores políticos. Aunque nacen con un enfoque asistencial, muchas redes han evolucionado hacia una postura más reivindicativa, exigiendo cambios estructurales en las políticas de bienestar y denunciando la insuficiencia de las instituciones públicas. En este sentido, pueden considerarse parte de los nuevos activismos urbanos, movimientos que combinan la acción directa con la crítica al sistema político-económico vigente.

A diferencia de los movimientos sociales tradicionales, estas redes no se basan en una estructura jerárquica ni en afiliaciones ideológicas rígidas. Su carácter abierto y flexible permite que personas con diferentes trasfondos se unan en torno a un objetivo común. Sin embargo, este modelo también plantea desafíos para su sostenibilidad a largo plazo y su capacidad de influir en el ámbito político institucional.

Hacia un modelo de bienestar más inclusivo

La existencia de las redes de cuidados pone en evidencia la necesidad de un modelo de bienestar más robusto y equitativo. No se trata de delegar las responsabilidades del Estado en la sociedad civil, sino de reconocer la importancia de las iniciativas comunitarias y construir un sistema que las integre como complemento, no como sustituto.

Es fundamental repensar las políticas públicas desde una perspectiva que valore la innovación social y promueva la participación activa de la ciudadanía. Las redes de cuidados han demostrado que es posible articular respuestas eficaces desde abajo, pero necesitan el apoyo de las instituciones para garantizar su sostenibilidad y ampliar su impacto.

Reflexiones finales

La pandemia nos ha enseñado que las crisis no afectan a todos por igual, sino que exacerban las desigualdades existentes. Frente a esta realidad, las redes de cuidados nos ofrecen una lección valiosa: la solidaridad y la acción colectiva son esenciales para construir comunidades resilientes. Sin embargo, también nos advierten de los riesgos de un modelo que sobrecarga a la sociedad civil mientras el Estado se retrae.

En este sentido, es necesario aprovechar el impulso de estas redes para impulsar un debate más amplio sobre el papel del cuidado en nuestras ciudades y en nuestras vidas. ¿Qué tipo de sociedad queremos construir? ¿Estamos dispuestos a luchar por un modelo de bienestar que priorice el cuidado y la justicia social? Las redes de cuidados no solo son una respuesta a la crisis; son una invitación a reimaginar el futuro.